La tercera jornada de alegatos de las querellas comenzó con
la exposición de Marcelo Hertzriken Velasco, representante de Rubén Ríos. Con
un discurso breve y sin demasiadas disquisiciones, el abogado manifestó su
adhesión al planteo del Ceprodh de condenar a los imputados por genocidio y
afirmó que había pruebas suficientes para identificar a Enrique Charles
Casagrande, ex suboficial del Departamento de Inteligencia, como el
secuestrador y torturador al que su representado conocía como “Pedro”.
Mientras el querellante exponía sus argumentos, Casagrande
dormitaba en el ala opuesta del salón, al igual que otros acusados. Hertzriken
describió los padecimientos de su representado desde el secuestro en su
domicilio hasta la actualidad y detalló las secuelas psíquicas y físicas que
dejó la tortura sobre el ex delegado de Luz y Fuerza de General Roca. A su
lado, Ríos seguía atento el relato.
El abogado remarcó que “no se pudo establecer el ingreso y
egreso de la Unidad 9”,
que su representado fue torturado en la Escuelita y
concluyó que, “en el secuestro, es tan responsable quien mantiene al detenido
en cautiverio, como quien lo traslada o quien atiende a los familiares”. Como
cierre, señaló -con la vista fija en los imputados- que “Rubén Ríos
sigue en pie con sus mismas convicciones” y mantiene aún su actividad
militante, ayudando como electricista en barrios de bajos recursos.
Al momento de pedir las penas, solicitó prisión perpetua por
el delito de genocidio para siete de los imputados: Enrique Braulio Olea, Oscar
Reinhold, Hilarión de la
Paz Sosa , Jorge Molina Ezcurra, Sergio San Martín, Serapio
del Carmen Barros y Enrique Charles Casagrande.
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