Octavio Méndez, de 51 años, relató ayer ante el Tribunal Oral
Federal de Neuquén su secuestro en la escuela nocturna Margarita Salina de Páez
cuando tenía 15 años y cursaba el primer año del secundario. Contó su propia
detención por parte de fuerzas policiales y del ejército, amplió los datos
existentes sobre el operativo realizado en junio de 1976 en esa ciudad y
detalló la detención y desaparición de su hermano José Delineo.
Aplaudido al ingresar a la sala, Méndez contó que “el 14 de
junio de 1976 ingresó por la fuerza a mi casa un grupo de tareas del ejército y
la policía provincial, interrogaron a mi madre y a mi padre además lo sacaron
por la fuerza por la puerta del frente, que daba a la esquina de Nolasco y
Perito Moreno”. Su madre preguntó porqué revisaban la casa y le respondieron
que era “simple rutina”.
Detalló que “luego el policía –que era conocido, de apellido
Vizcarra- se presentó en la dirección del colegio, era la hora del recreo, y me
agarraron entre él y dos civiles más y un militar, y me trasladan a la
comisaría de Cutral Co que está a cuatro cuadras, en una Ford F 100 verde, con
la parte de atrás enlonada; había una veintena de soldados”. También reconoció
que vio móviles de color verde y un Unimog, que eran vehículos de uso exclusivo
del ejército.
Aseguró que “era un operativo grande porque estaba cortada la Avenida Roca y había
un retén a veinte metros de la escuela”.
Méndez relató que en la comisaría le pidieron los datos, lo
pusieron contra una pared y allí lo dejaron varias horas con los pies abiertos.
Luego le preguntaron qué vinculación tenía con José “Oreja” Méndez y respondió
que era se hermano y que estaba haciendo el servicio militar en Junín de los
Andes.
Reseñó que “preguntaron por Pedro Maidana y después empiezan
a golpearme. La oficina del oficial era el lugar de tortura, todos lo sabíamos
ya, cuando lo ingresan a Maidana empieza un disturbio, una pelea inmensa; a
partir de ahí solamente podía escuchar, porque tenía tapados los ojos. Luego
siento que gritan: ‘cuidado que se escapa’ y más tarde me entero que había
intentando escapar”.
Méndez recordó que enla comisaría de Cutral Có escuchó el
nombre de “el chileno” Méndez, “quien recibió una patada en los testículos”
que lo tiró al piso y que a golpes lo volvieron a levantar. En el mismo
lugar vio detenido Cantillana. Testimonió que “como era el más joven, no quería
nada y pedir ir al baño era principio de tortura”
Sobre el trato recibido en la comisaría, especificó que “a
cada rato venía alguien, me agarraba de los pelos y me refregaba contra una
reja, me dejaron lastimada toda la frente y el cuero cabelludo” y manifestó que
“cerca de las tres de la mañana me ingresan a la oficina, me tiran boca abajo y
me interrogaron sobre mi hermano, me propinaban patadas, piñas y me preguntaban
si yo era subversivo, militante o guerrillero”.
Méndez comentó que a su hermano “Octavio lo habían
incorporado al servicio militar obligatorio en febrero de ese año y antes había
trabajado en un grupo de la iglesia que se formó en 1975, cuando se hizo una
reunión muy grande en el Club Juvenil de Cutral Co, armaron una iglesia y
ayudaron a gente que necesitaba” y señaló que “en esa época yo era diariero,
repartía revistas y practicaba atletismo”.
Durante su declaración dijo que “me pusieron en una silla,
con algo de madera en mi espalda, entonces empecé a recibir golpes en la
cabeza” y atestiguó que “cuando me sacaron de allí me mandaron otra vez a la
reja y hasta las seis me refregaron en la reja; hasta que me trasladaron en una
camioneta carrozada de color blanco a la comisaría de Plaza Huincul. Allí
estuve hasta las 11, cuando me retiró mi padre”.
Cuando regresó a su casa con su familia concluyeron que fue
la misma cantidad de móviles los que fueron a la casa y a la escuela.
Méndez afirmó que “la familia se puso en alerta para ir a
ver a Octavio que estaba en Junín” y agregó que “ese era un regimiento al que a
los soldados los llevaban como de rehenes, porque estaban incomunicados, solamente
dos veces a la semana llegaba el correo postal; los francos para los soldados
eran los sábados a la tarde y había que volver el domingo a la noche, no había
dónde ir para recorrer al menos 250 kilómetros y después volver; y en esa época
no teníamos las comunicaciones que tenemos ahora”.
Declaró que “cuando llegamos el 17 de junio nos dijeron en
la guardia que lo habían trasladado a Neuquén en comisión. Cuando fuimos al
batallón primero dicen que quedó en Junín, pero otro militar nos dice que
estaba en el Comando y que hay que entrevistar a Farías (se refiere a Alberto
Farías Barrera, jefe del Comando). En la vereda del Comando mi madre le
pregunta a otro conscripto si sabe algo y dice que lo reconoce y que estuvieron
juntos en la sala de armas pero de Junín hasta hace dos días; entonces
regresamos todos a Cutral Co”.
Relató que “el viernes siguiente (Raúl) Radonich –
conscripto del Batallón 181 en aquel entonces y testigo en este juicio- lleva
una carta a la casa de puño y letra de Octavio indicando que estaba detenido en
Neuquén, pero cuando volvemos a preguntar en el Batallón vuelven a negarlo y
para verlo mi madre tuvo que ir a ver a Farías que miraba un partido entre
Independiente y Talleres. Mi madre y Farías se comunicó por teléfono para que nos
dejaran verlo por una hora”.
Evocó los dichos de su hermano detenido ilegalmente al
comentar que “durante el día de su cumpleaños, fue cuando más lo torturaron,
todavía tenía marcas en la sien, y allí comenta que lo sacan de Junín cerca de
las 23, lo esposaron, lo vendaron y lo trasladaron en un Falcon; de allí lo
trasladaron a la U 9
donde estuvo desde julio hasta los primeros días de agosto, y después lo
llevaron a Rawson”.
Méndez aseguró que su hermano les pedía que no fueran “muy
preguntones porque los grababan” y ratificó que “allí estaban Maidana,
Pincheira, Tomasevich y Almarza”.
Sobre el traslado a Rawson, indicó que “Octavio nos dijo que
a los animales los hubieran tratado mejor y solamente lo pudimos ver una vez,
una hora durante cinco días seguidos” y sostuvo que “al regreso de Rawson, nos
recibió Farías para decir que `su hijo va a quedar en libertad el 4 de
noviembre a las 5 de la mañana, en la esquina de la terminal de Bahía Blanca,
yo mismo me encargué de traer sus pertenencias ´ –dijo- y llevó ropa, libros y
algo de dinero”.
Confesó que “lo esperamos una semana, varias veces fuimos a
ver si llegaba, el colectivo de Bahía Blanca tardaba normalmente como 9 o 10
horas; siempre teníamos la duda de que iba a desaparecer”.
Cuando su madre preguntaba, Farías le decía que “lo habrán
raptado la gente de ellos, nosotros le dimos la libertad”.
Octavio relató las incansables veces que su madre fue a ver
a Farías Barrera para saber de su hijo cuando no sabían dónde estaba y
después de su insistencia lo pudieron ver en el Batallón; cuando estaba
detenido en la U 9,
cuando lo habían trasladado a Rawson -casi todos los jueves y sábados, un
tiempo- y que luego “la posta la tomó mi padre”, quien también se reunió
con Oscar Reinhold, jefe de inteligencia.
“ Reinhold le dijo que se dejara de molestar porque si no le
iba a pasar lo mismo y mi papá le respondió: si usted cree saber dónde está mi
hijo, dígamelo; después no importa que me pase lo mismo ”.
En ese momento del relato, el Tribunal decidió hacer un
cuarto intermedio cuando el testigo hizo una pausa prolongada.
Al regreso Méndez señaló que “a los pocos días llegó una
nota a la casa diciendo que mi hermano fue abatido en una ciudad de Buenos
Aires, con dirección y todo, pero un amigo de la familia fue y no existía ese
lugar”.
Agregó además que “cuando sale en libertad Maidana nos
comenta que a mi hermano lo sacaron el 4 de noviembre pero a las tres de la
tarde” y sentenció “entonces, mi hermano nunca estuvo en libertad el 4 de
noviembre a las 5 de la mañana”.
Por último, Méndez culpó a “Farías y Reinhold. Ellos pueden
saber dónde pudo haber quedado mi hermano, ellos son responsables ”, concluyó.
El cutralquense fue despedido por con aplausos y el Tribunal
decidió un cuarto intermedio.
Durante la audiencias de la mañana no hubo imputados
presentes en la sala de Amuc, solamente presenció el interventor militar de la
policía neuquina en 1976 y responsable del diseño de “zona liberada” para el
operativo Cutral Có, el ex teniente coronel Osvaldo Laurella Crippa desde
Bahía Blanca por teleconferencia. María Magdalena Bamonde -madre de José
y de Octavio Méndez- se excusó de declarar y presentó un certificado
médico y no se presentó Víctor Tapia.
Fuente: Diario del Juicio www.spnqn.com.ar/juicio

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