viernes, 11 de mayo de 2012

Segundo juicio contra represores: Caso Méndez, conscripto desaparecido.



Octavio Méndez, de 51 años, relató ayer ante el Tribunal Oral Federal de Neuquén su secuestro en la escuela nocturna Margarita Salina de Páez cuando tenía 15 años y cursaba el primer año del secundario. Contó su propia detención por parte de fuerzas policiales y del ejército, amplió los datos existentes sobre el operativo realizado en junio de 1976 en esa ciudad y detalló la detención y desaparición de su hermano José Delineo.
Aplaudido al ingresar a la sala, Méndez contó que “el 14 de junio de 1976 ingresó por la fuerza a mi casa un grupo de tareas del ejército y la policía provincial, interrogaron a mi madre y a mi padre además lo sacaron por la fuerza por la puerta del frente, que daba a la esquina de Nolasco y Perito Moreno”. Su madre preguntó porqué revisaban la casa y le respondieron que era “simple rutina”.
Detalló que “luego el policía –que era conocido, de apellido Vizcarra- se presentó en la dirección del colegio, era la hora del recreo, y me agarraron entre él y dos civiles más y un militar, y me trasladan a la comisaría de Cutral Co que está a cuatro cuadras, en una Ford F 100 verde, con la parte de atrás enlonada; había una veintena de soldados”. También reconoció que vio móviles de color verde y un Unimog, que eran vehículos de uso exclusivo del ejército.
Aseguró que “era un operativo grande porque estaba cortada la Avenida Roca y había un retén a veinte metros de la escuela”.
Méndez relató que en la comisaría le pidieron los datos, lo pusieron contra una pared y allí lo dejaron varias horas con los pies abiertos. Luego le preguntaron qué vinculación tenía con José “Oreja” Méndez y respondió que era se hermano y que estaba haciendo el servicio militar en Junín de los Andes.
Reseñó que “preguntaron por Pedro Maidana y después empiezan a golpearme. La oficina del oficial era el lugar de tortura, todos lo sabíamos ya, cuando lo ingresan a Maidana empieza un disturbio, una pelea inmensa; a partir de ahí solamente podía escuchar, porque tenía tapados los ojos. Luego siento que gritan: ‘cuidado que se escapa’ y más tarde me entero que había intentando escapar”.
Méndez recordó que enla comisaría de Cutral Có escuchó el nombre de “el chileno” Méndez, “quien recibió una patada en los testículos”  que lo tiró al piso y que a golpes lo volvieron a levantar. En el mismo lugar vio detenido Cantillana. Testimonió que “como era el más joven, no quería nada y pedir ir al baño era principio de tortura”
Sobre el trato recibido en la comisaría, especificó que “a cada rato venía alguien, me agarraba de los pelos y me refregaba contra una reja, me dejaron lastimada toda la frente y el cuero cabelludo” y manifestó que “cerca de las tres de la mañana me ingresan a la oficina, me tiran boca abajo y me interrogaron sobre mi hermano, me propinaban patadas, piñas y me preguntaban si yo era subversivo, militante o guerrillero”.
Méndez comentó que a su hermano “Octavio lo habían incorporado al servicio militar obligatorio en febrero de ese año y antes había trabajado en un grupo de la iglesia que se formó en 1975, cuando se hizo una reunión muy grande en el Club Juvenil de Cutral Co, armaron una iglesia y ayudaron a gente que necesitaba” y señaló que “en esa época yo era diariero, repartía revistas y practicaba atletismo”.
Durante su declaración dijo que “me pusieron en una silla, con algo de madera en mi espalda, entonces empecé a recibir golpes en la cabeza” y atestiguó que “cuando me sacaron de allí me mandaron otra vez a la reja y hasta las seis me refregaron en la reja; hasta que me trasladaron en una camioneta carrozada de color blanco a la comisaría de Plaza Huincul. Allí estuve hasta las 11, cuando me retiró mi padre”.
Cuando regresó a su casa con su familia concluyeron que fue la misma cantidad de móviles los que fueron a la casa y a la escuela.
Méndez afirmó que “la familia se puso en alerta para ir a ver a Octavio que estaba en Junín” y agregó que “ese era un regimiento al que a los soldados los llevaban como de rehenes, porque estaban incomunicados, solamente dos veces a la semana llegaba el correo postal; los francos para los soldados eran los sábados a la tarde y había que volver el domingo a la noche, no había dónde ir para recorrer al menos 250 kilómetros y después volver; y en esa época no teníamos las comunicaciones que tenemos ahora”.
Declaró que “cuando llegamos el 17 de junio nos dijeron en la guardia que lo habían trasladado a Neuquén en comisión. Cuando fuimos al batallón primero dicen que quedó en Junín, pero otro militar nos dice que estaba en el Comando y que hay que entrevistar a Farías (se refiere a Alberto Farías Barrera, jefe del Comando). En la vereda del Comando mi madre le pregunta a otro conscripto si sabe algo y dice que lo reconoce y que estuvieron juntos en la sala de armas pero de Junín hasta hace dos días; entonces regresamos todos a Cutral Co”.
Relató que “el viernes siguiente (Raúl) Radonich – conscripto del Batallón 181 en aquel entonces y testigo en este juicio- lleva una carta a la casa de puño y letra de Octavio indicando que estaba detenido en Neuquén, pero cuando volvemos a preguntar en el Batallón vuelven a negarlo y para verlo mi madre tuvo que ir a ver a Farías que miraba un partido entre Independiente y Talleres. Mi madre y Farías se comunicó por teléfono para que nos dejaran verlo por una hora”.
Evocó los dichos de su hermano detenido ilegalmente al comentar que “durante el día de su cumpleaños, fue cuando más lo torturaron, todavía tenía marcas en la sien, y allí comenta que lo sacan de Junín cerca de las 23, lo esposaron, lo vendaron y lo trasladaron en un Falcon; de allí lo trasladaron a la U9 donde estuvo desde julio hasta los primeros días de agosto, y después lo llevaron a Rawson”.
Méndez aseguró que su hermano les pedía que no fueran “muy preguntones porque los grababan” y ratificó que “allí estaban Maidana, Pincheira, Tomasevich y Almarza”.
Sobre el traslado a Rawson, indicó que “Octavio nos dijo que a los animales los hubieran tratado mejor y solamente lo pudimos ver una vez, una hora durante cinco días seguidos” y sostuvo que “al regreso de Rawson, nos recibió Farías para decir que `su hijo va a quedar en libertad el 4 de noviembre a las 5 de la mañana, en la esquina de la terminal de Bahía Blanca, yo mismo me encargué de traer sus pertenencias ´ –dijo- y llevó ropa, libros y algo de dinero”.
Confesó que “lo esperamos una semana, varias veces fuimos a ver si llegaba, el colectivo de Bahía Blanca tardaba normalmente como 9 o 10 horas; siempre teníamos la duda de que iba a desaparecer”.
Cuando su madre preguntaba, Farías le decía que “lo habrán raptado la gente de ellos, nosotros le dimos la libertad”.
Octavio relató las incansables veces que su madre fue a ver a Farías Barrera para saber de su hijo cuando no sabían dónde estaba y  después de su insistencia lo pudieron ver en el Batallón; cuando estaba detenido en la U9, cuando lo habían trasladado a Rawson -casi todos los jueves y sábados, un tiempo-  y que luego “la posta la tomó mi padre”, quien también se reunió con Oscar Reinhold, jefe de inteligencia.
“ Reinhold le dijo que se dejara de molestar porque si no le iba a pasar lo mismo y mi papá le respondió: si usted cree saber dónde está mi hijo, dígamelo; después no importa que me pase lo mismo ”.
En ese momento del relato, el Tribunal decidió hacer un cuarto intermedio cuando el testigo hizo una pausa prolongada.
Al regreso Méndez señaló que “a los pocos días llegó una nota a la casa diciendo que mi hermano fue abatido en una ciudad de Buenos Aires, con dirección y todo, pero un amigo de la familia fue y no existía ese lugar”.
Agregó además que “cuando sale en libertad Maidana nos comenta que a mi hermano lo sacaron el 4 de noviembre pero a las tres de la tarde” y sentenció “entonces, mi hermano nunca estuvo en libertad el 4 de noviembre a las 5 de la mañana”.
Por último, Méndez culpó a “Farías y Reinhold. Ellos pueden saber dónde pudo haber quedado mi hermano, ellos son responsables ”, concluyó.
El cutralquense fue despedido por con aplausos y el Tribunal decidió un cuarto intermedio.
Durante la audiencias de la mañana no hubo imputados presentes en la sala de Amuc, solamente presenció el interventor militar de la policía neuquina en 1976 y responsable del diseño de “zona liberada” para el operativo Cutral Có, el ex teniente coronel Osvaldo Laurella  Crippa desde Bahía Blanca por teleconferencia. María Magdalena Bamonde -madre de José  y de Octavio Méndez- se excusó de declarar y presentó un certificado médico y no se presentó  Víctor Tapia.

Fuente: Diario del Juicio www.spnqn.com.ar/juicio

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