viernes, 15 de junio de 2012

El periodismo en la mira

Al iniciarse la audiencia del jueves por la mañana, el Tribunal Oral Federal de Neuquén citó al periodista jubilado Carlos Alberto Galván quien agradeció ser invitado y juró por la Constitución Nacional. Galván de 72 años, vecino de Roca, se desempeñó como jefe de la corresponsalía en Neuquén del diario Río Negro en la década del setenta. Galván relató el incidente de la evasión de Rubén Ríos, en el puente carretero que une las provincias de Neuquén y Río Negro. Dijo que el 16 de agosto de 1976 cuando regresaba a su casa de Cipolletti, desde la agencia Neuquén, y cuando su auto se venía deteniendo por problemas mecánicos, ve pasar un auto lo pasó a toda velocidad y al instante ve como un hombre corría rumbo a Neuquén por el puente en calzoncillos y camiseta. Pensó que era un atleta pero se trataba de un hombre muy lastimado, con raspones y casi desnudo. Galván se dirige a pié hasta el destacamento que estaba a pocos metros y pide ayuda, pero cuando sale el hombre ya había sido socorrido y se iba en otro auto. Al día siguiente, Galván pasó por el destacamento policial para averiguar sobre el paradero del hombre pero no estaba el policía que lo atendió la noche anterior, algo inusual para esos días ya que el cambio de guardia estaba previsto a las 12 del mediodía. Entonces se dirigió al hospital regional de Neuquén. Allí nadie sabía nada, no había registros pero un par de enfermos comentaron que después de las curas, llegaron personas y se lo llevaron. Como era 17 de agosto día del homenaje a San Martín, llama a Roca para preguntar si había habido algún operativo y le responden que algo ocurrió en Roca e incluso se escaparon algunos tiros. El 6 de setiembre un hombre “con voz gruesa” llamó a la casa de Galván para amenazar y que se dejara de joder publicando cosas. El anónimo le espetó: “Carlitos, Julieta y Panchito (sus hijos) siguen jugando (como si los estuviera viendo). Fijate si un auto te estampa un chico contra la pared como una mariposa”. Entonces le contó al comisario Antonio Casal quien le recomendó que se fuera ese mismo día del país. Esa misma noche se fue su mujer y sus hijos en el tren que iba a Buenos Aires. Galván comentó que tres semanas después, su jefe del diario lo despidió para ayudarlo económicamente indemnizándolo y prometiéndole un nuevo cargo para su retorno. En setiembre, se fue al exilio y no volvió hasta 1982. En 1984 cuando regresó y empezó a trabajar como jefe de redacción del mismo diario. Un día se presenta Rubén Ríos en el diario y las declaraciones de su detención y fuga coincidían con lo que conocía. Galván dijo que luego de la detención llamó a Reinhold quien era el contacto con el batallón y las nuevas autoridades del país y le dijo que si lo publicaba, se atenga a las consecuencias. Galván testimonio frente al tribunal y dijo que preguntó no solamente por Ríos sino también por Cecilia Vecchi (porque cuando llegó al Valle en el año 1969 fue corresponsal del diario Río Negro en Cinco Saltos y él vivió allí y conoció a su padre) y otros casos de detenidas-desaparecidas. El periodista comentó que el 24 de marzo de 1976, a la mañana, fueron citados los corresponsales de los medios de comunicación en Neuquén por el comandante Horacio Tomas Liendo, no era invitación – acotó-, por el diario Río Negro asistió Julio Rajneri (director y propietario), para comunicar que el gobierno constitucional fue derrocado y la junta militar estaba en el poder. Liendo presentó a Reinhold como el contacto y ordenaron que las pruebas de galera (el armado con correcciones de cada página antes de mandar a imprimir el diario, último paso en el ciclo editorial) debían llevarse al comando para que se censurasen o no. En ese momento Rajneri objetó la falta de operatividad ya que el diario se imprime aún en General Roca, por los retenes ubicados en la ruta 22 y la distancia de 50 kilómetros que separa Neuquén de Roca; por lo que Liendo dijo que si le daba su palabra de caballero lo autorizaba a que utilizara la autocensura. El experiodista del Río Negro reveló que sabía de la existencia de una comunidad informativa -que era espías de la gendarmería, la prefectura y la Side, donde Guglielminetti participaba- y que en una columna de gremiales que escribió recibió el elogio de todas las centrales. Sobre los habeas corpus describió que eran pocos los existentes en esa época pero que primero iban a la comisaría, después al comando y por último a la agencia del diario. Explicó que a veces se publicaban pero eran espacios muy reducidos y había que mandar a Roca copia del habeas corpus, la declaración y el caset. Galván dijo que no conocía jueces solamente conocía al juez Carlos Arias, contra quien habían atentado. También indicó que supo que Liberatore estuvo desparecido pero solo eso y que cuando alguien aparecía como el caso de Darío Altomaro iban a contarlo al diario. Sostuvo que era muy difícil chequear la información en esos tiempos y que solo podía hacerlo con los dichos de los familiares o las escasas llamadas a Reinhold. Galván agregó que supo de los casos Jure, Kristensen, el grupo teatral Génesis, Alicia Villaverde, Darío Altomaro y otros que habían pasado por la Escuelita de Bahía Blanca. Acerca de Raúl Guglielminetti dijo que lo conocía de antes. Un día le informa Gustavo Somer que un hombre, peligroso delincuente, fue capturado en Neuquén. En esa época Neuquén era una ciudad tranquila y la noticia llamaba bastante la atención. El detenido era buscado por uso indebido de los uniformes de las tres armas, contrabando de armas y drogas y un incendio en el Amazonas. Tenía orden de captura nacional e internacional. Lo publicó porque la fuente era buena y oficial, con cierto despliegue y se olvidó pero unos días después aparece Guglielminetti a la agencia del diario preguntando por él. Lo va a ver, le extiende la mano, lo saluda, y le dice vos sos periodista hiciste lo que tenías que hacer no fuiste vos quien promovió esto, yo se quien fue y a partir de ahí la relación fue buena, incluso, simpática. Después de su relato a la justicia, ante los periodistas aportó que también el ex agente de inteligencia había deportado varios grupos de chilenos y los había entregado en la frontera con los carabineros durante la construcción de El Chocón. Mencionó en ese momento que Guglielminetti trabajó en el diario La Mañana del Sur y en LU5 y recordó que quien lo antecedió en la jefatura de la agencia Neuquén del Río Negro alguién lo propuso para que trabajara pero se opuso y no se concretó. También sobre la desaparición de Cecilia Vecchi dijo que le quedó la sensación de frustración y afecto por su padre y que si se hubiera publicado tal vez hubiese tenido una oportunidad. Galván aseguró que otros periodistas deberían hablar y mencionó que cuando entró el último general que fue gobernador (Domingo Trimarco) pasó por ser un demócrata pero en realidad ya se habían llevado a todos, habían desaparecido a todos, habían torturado a todos y este se juntaba con los periodistas a comer asados incluso hay notas en las que son francamente simpáticos con Trimarco. Tal vez se habían acostumbrados a vivir con la dictadura pero si pasó, dijo. Recomendó que son interesantes las colecciones de diarios para leerlas con sentido crítico, son preciosas. La prensa fue cómplice sostuvo y expresó que una de las cuestiones más concretas es que creo que no fueron tan tontos los militares-genocidas que siempre se pusieron a la prensa en contra, esta vez les ofrecieron algo, les ofrecieron créditos fáciles. Apuntó que los grandes diarios diversificaron absolutamente su producción, dejaron de ser un diario, como Clarín que dejó de ser un diario, son un grupo económico, que antes siendo solamente diarios tenían una sola causa para defender, que era la libertad de prensa y la libertad de expresión. Al diversificarse –argumentó- comenzaron a defender sus propios intereses pero hubo una más. Cuando Cavallo en 1981 licua la deuda privada externa y la hace pagar a todos los argentinos, nosotros pagamos el edificio del diario Río Negro y una impresora de un millón de dólares que la pagamos nosotros, la licuó, la distribuyó en la sociedad. Massaccesi (Horacio, ex gobernador de Río Negro) en un libro que escribió, que se llama “Haceme senador” y que esta destinado a Rajneri, cuenta como fue que pudo obtener el crédito para el edificio que no podía alcanzar a las empresas que estaban en los valles irrigados, esa era la prohibición, al sur del río Colorado. Se hizo una salvedad, una franja que va del río Colorado hacia el sur por la calle Sarmiento y va por la avenida Roca hasta la vía. Conoció a Quiñones en Cinco Saltos Cuando era corresponsal del diario Río Negro en Cinco Saltos, conoció al suboficial ayudante de la policía rionegrina Miguel Ángel Quiñones. Relató que en una oportunidad desapareció de su casa cerca de dos meses y su esposa le cuidaba los hijos. Se decía que estaba en Cuba. Pero Galván reconoció que le llamó mucho la atención cuando regresó y la policía no le aplicó ninguna sanción. Cuando comenzó la dictadura lo vió en un allanamiento a la CGT, ese día no había ningún oficial de justicia pero estaba Quiñones y mencionó que no lo volvió a ver hasta el año 1990 en Viedma. La segunda citada a declarar durante la mañana fue Silvia Bottinelli, quien detalló la detención junto a su hermana Cristina, quien falleció en el exilio de México en 2009 tras un largo padecimiento de las secuelas de torturas ocurridas en 1976. Silvia Bottinelli, ex docente y chacarera de General Roca, contó que fue secuestrada en 1976 en su casa de Cipolletti, mientras cenaba con su pareja Luis Genga y Jorge Villafañe. Un grupo de civiles armados ingresaron a su casa, los vendaron y los trasladaron a La Escuelita de Neuquén. Los torturaron e interrogaron sobre sus actividades y simularon dos veces un fusilamiento. Uno cerca del río y otro en el interior de un edificio. Relató que sufrió una tortura sicológica cuando le mencionaban la presencia de sus padres (que eran de La Matanza, Buenos Aires) en la región y le prometían un reencuentro al año siguiente en la plaza de Cipolletti. Bottinelli junto a Villaverde fueron abandonados en la ruta 22 cerca de Arroyito y en colectivo regresaron a sus casas, pero esa noche Villaverde no quiso pasar a su casa y no se vieron nunca más. Silvia, después de la liberación también de su hermana y Genga, se dirigió a la comisaría de Cipolletti para dejar sin efecto el habeas corpus y se encontró con Camarelli quien el dijo que la próxima vez no se vaya sin avisar. Dijo que se quedó en la zona hasta diciembre cuando se trasladó a Buenos Aires y en junio se fue exiliada a España. Su hermana Cristina quedó con parálisis facial y tenía tres lesiones cerebrales como resultado de las torturas recibidas; cosa que supo, cuando la visitó en México en 1977. A Cristina no se le permitía viajar por la altura que debía remontar los aviones y por eso solamente en el año 2000 pudo venir al país. Al finalizar su testimonio, Silvia Bottinelli sentenció al tribunal a buscar la verdad al indicar que su hermana murió en el exilio porque la justicia es lenta y que con su declaración quiso reivindicar su nombre, lo que motivó el aplauso cerrado y lágrimas de muchos de los presentes en el salón de Amuc. Durante la mañana estuvieron presentes en la sala los imputados Antonio Camarelli y Desiderio Penchulef y al menos cincuenta alumnos secundarios pertenecientes a la Escuela del Padre Fito (que egresan como bachilleres con orientación en medios de comunicación) y del Cpem 47 presenciaron las audiencias de la mañana.

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